sábado, 8 de junio de 2013

Nutrición Deportiva

MACRONUTRIENTE                                        MICRONUTRIENTES
- PROTEINAS.                                                   - VITAMINAS.
- GRASAS.                                                          - MINERALES.
- HIDRATOS DE CARBONO.

MACRONUTRIENTES
CARBOHIDRATOS …. 60%.
GRASAS ………...…… 25%.
PROTEINAS ………….15%.
Los porcentajes son estimativos y a modo de ejemplo, únicamente para representar las prioridades en el orden de consumo de nutrientes.

PROTEÍNAS:
 “Están compuestas por la unión de varios aminoácidos y su función es formar la totalidad de las estructuras de nuestro organismo y transportar nutrientes”.
De origen animal. Lácteos. Huevos. Carnes. (Ternera, pollo, pescados, etc).
De origen vegetal. Legumbres (arvejas, lentejas, soja, poroto).

GRASAS O LIPIDOS:
 Su funciones son: Reserva energética. Estructural. De transporte. Dar sabor y estructura a los alimentos.
GRASAS:
Buenas                             No tan buenas
ACEITES CRUDOS.              -  ACEITES COCIDOS.
ACEITUNAS.                          - GRASA ANIMAL.
FRUTAS SECAS.                   - CREMA DE LECHE
SEMILLAS.                             - MANTECA.

HIDRATOS DE CARBONO
 Aportan el material necesario para que el organismo pueda producir energía.
Según el numero de moléculas se los puede dividir en 4 grandes grupos.
Monosacáridos:  (D-glucosa, D-galactosa, D-Fructosa).
Disacáridos: (Maltosa, Lactosa y Sacarosa)
Oligosacáridos: (Las mas relevantes son las dextrinas).
Polisacáridos: (Almidón, Glucógeno, Celulosa)

Cereales como:
- Arroz.           - Copos de maíz.   - Polenta.        - Arroz inflado.  - Avena.          - Etc.
Otros cereales y derivados de cereales como:
- Fideos.             – Galletitas          - Panificados.     - Harinas en general
Reino vegetal podemos destacar:
- Papa.                        - Choclo.       - Camote o Batata.      - Frutas.
Azucares o dulces como: azucares, miel, dulces de frutas y demás productos dulces calóricos.

La principal función es ENERGETICA los almidones y el azúcar representan más de la mitad de la ingesta calórica.
Entre otras funciones destacamos: Ahorro de proteínas, Regulación del organismo, y Estructural.
El organismo tiene una reserva de Hidratos de carbono, denominada GLUCOGENO.

 La reserva de glucógeno en los tejidos alcanza valores de 400-500 gr. en total, distribuidos en:
300-400 gr. en el músculo
70-120 gr. en el hígado.

El glucógeno disponible es estimativamente ~ 312 gr, o sea que puede generar un aporte calórico de 1.250 kcal. Esta reserva “finita” puede agotarse en 2-3 hs. de ejercicio de moderada a muy intensa actividad física.
Es la fuente energética más importante durante el ejercicio.

Su utilización está influida por:
* Duración o volumen del ejercicio.
* Intensidad del ejercicio.
* Alimentación pre-, intra- y post-ejercicio.
El Vaciamiento Glucogénico es causal del 70-75 % de los estados de sobre-entrenamiento, fatiga y lesiones, en ejercicio y deportes, en cualquier tipo de población deportiva

SÍNTOMAS Y SIGNOS DEL VACIAMIENTO GLUCOGÉNICO
Educar, en forma preventiva, a entrenadores, preparadores físicos, médicos, resto del cuerpo técnico, a padres y deportistas para la detección precoz del vaciamiento glucogénico.

Síntomas:
Sensación de pesadez, debilidad y “vacío” de los músculos involucrados en la biomecánica deportiva.
Rigidez muscular (a veces calambres), Insomnio (precoz), Irritabilidad o depresión (variación cíclica), Falta de apetito (precoz), Sensación de fatiga en la entrada en calor.

Signos:
Reducción de la velocidad en esfuerzos explosivos, Pérdida de calidad mecánica del gesto deportivo (precoz), Pérdida de la fuerza muscular, Síntomas y signos del estado de, Sobreentrenamiento.

Sobre la performance:
Desmejoría marcada de los tiempos en los trabajos de entrenamiento y en la performance.
Pérdidas en la eficiencia técnica y mecánica.

Sobre aspectos físicos:
Pérdida de peso aguda, Dolor y fatiga muscular en articulaciones y musculatura específica (“Soreness”). Mayor tendencia a reacciones alérgicas o a contraer estados infecciosos (resfriados, estados gripales, sinusitis, etc). Pérdida del apetito, Mareos, Falta global de energía.

Sobre aspectos psicológicos:
Estados de depresión, Reacciones de irritabilidad, Insomnio, Ansiedad, Descuido personal, Dificultades en la concentración y en la atención, Pérdida de la confianza.

LOS MICRONUTRIENTES
 Vitaminas y Minerales
Tienen un rol muy importante en el metabolismo.
Son reguladores de las funciones bioquímicas
Óptima utilización de proteínas, hidratos de carbono y grasas. Función muscular. Transporte de oxígeno. En conclusión, “colaboran en la mayoría de los procesos orgánicos”.

¿Dónde encontramos las vitaminas y los minerales?
Frutas frescas y hortalizas. Cereales integrales. Huevo, Lácteos, Carnes magras. Frutos secos y semillas. Aceites crudos.
En especial en aquellos alimentos de origen natural o poco procesados, salvo que estos últimos estén fortificados.

SUPLEMENTAMOS CON VITAMINAS Y MINERALES A AQUELLOS  DEPORTISTAS,  QUE:
Participan en deportes de bajo peso, Tienen escaso tiempo, Ingieren comidas rápidas con frecuencia, Incorporan pocas frutas y vegetales (Por ej., dietas hiper-proteicas), Son vegetarianos puros, Consumen fármacos, Fumadores crónicos.

HIDRATACION
Para un correcto funcionamiento del organismo es importante mantenernos hidratados, esto se puede lograr  consumiendo únicamente agua, alrededor de 2 litros de agua diarios o 3 litros en el caso de realizar alguna actividad intensa.
Para una optima y mejor hidratación es importante conocer que bebidas nos hidratan y cuales no, a demás de saber cuando y como hacerlo.

Recomendaciones generales de hidratación antes de un esfuerzo físico o ejercicio.
Es consenso de diferentes autores de comenzar el ejercicio ligeramente hiper-hidratado, para compensar las posibles  pérdidas por sudor en  los estadios iniciales de la competencia.
También para prevenir la ligera disminución del volumen plasmático (por desplazamiento de fluidos entre compartimentos) que se produce en los primeros 10’-15’ del esfuerzo (Coyle y Hamilton, 1994).

Tomar 300-500 ml de agua en los 30’ previos al ejercicio, ante temperaturas normales.
Si la temperatura es entre 25-30 grados, se deben ingerir 700-750 ml. en los 60’ previos al ejercicio.
Si la temperatura es > a 30 grados, se deben ingerir 900-1.000 ml. en los 60’-70’ previos al ejercicio.
El uso de glucosa previo al ejercicio es de opción variable, pero es desaconsejable, ya que algunos sujetos producen hipoglucemias ante leves picos de secreción de insulina (A. Jeukendrup y cols., Am J Physiol., 273, E268, 1997).

Recomendaciones de hidratación intra-esfuerzo
Educar y entrenar a los deportistas para beber en las interrupciones del esfuerzo.
Si hace mucho calor, tratar de ingerir agua mineral sin gas   o bebidas deportivas isotónicas con el plasma (150-200 ml),   si es posible, a 25’ de comenzado el esfuerzo.
Más que importante es beber unos 400-500 ml de bebida deportiva en forma muy fraccionada, en el caso que haya algún entretiempo.
Si no hay bebida deportiva, ingerir agua mineral no gasificada.
Beber durante el esfuerzo, aunque no haga calor.
Beber durante el esfuerzo aunque no se sienta sed.

Recomendaciones de hidratación post-esfuerzo
Ingerir una cantidad de fluidos igual al peso perdido durante el esfuerzo, en las 2 primeras horas de cesado el esfuerzo.
Poner énfasis en soluciones que repongan electrolitos perdidos (sodio, potasio, magnesio), manteniendo la isotonía de la solución con respecto a la osmolaridad plasmática (290-360 mOsm/lt).

BEBIDAS DEPORTIVAS
Razones que fundamentan el agregado de Sodio y Glucosa a las soluciones de rehidratación oral
En la medida de que el fluido ingerido se mantenga en condiciones hipotónicas o isotónicas con el plasma, la absorción de agua en el lumen intestinal no va a registrar efectos adversos.
La inclusión de pequeñas cantidades de sodio y glucosa tienden a incrementar la tasa de absorción de agua a nivel intestinal, comparado con la ingesta de agua sola (R. Maugham y R. Murray, 2000).

Algunas razones para incluir glucosa y sodio en las bebidas:
- Incrementa la tasa de absorción del agua (en ml/min).
- Incrementa la retención de fluidos en el organismo.
- Mejora el sabor.
- Mantiene un ligero estado de sed para estimular la ingesta.
- Previene la Hiponatremia.

Síntesis de requisitos de las soluciones de  rehidratación oral
Reponer fluidos (prioridad Nro. 1 excluyente).
Compensar la pérdida del volumen plasmático.
Restituir electrolitos en solución isotónica con el plasma (290-360 mOsm/lt.).
Restituir glucosa (6-8 % o 60-80 gr/lt.).
Generar una buena y rápida absorción de la solución.
Garantizar un buen sabor de la bebida.

Componentes constitutivos de una solución de rehidratación oral
Glucosa: Es fundamental restituir carbohidratos por vía oral en esfuerzos de más de 50’ de duración. La concentración en la solución no debe superar el 6-8 % porque puede retrasar la absorción del agua a nivel intestinal, por aumento de la presión osmótica en el lumen.
Fructosa: Puede ser útil agregar una pequeña fracción de Fructosa porque favorece la absorción de K+ en el yeyuno.
Aminoácidos: Puede considerarse la incorporación de pequeñas cantidades de AA, ya que hay evidencia de que pueden favorecer la absorción de Sodio y agua a nivel del lumen. Los AA suelen generar mal sabor.

Componentes constitutivos de una solución de rehidratación oral
Sodio: de 20-30 meq/lt (460-690 mg/lt). Puede ser un suministro óptimo, no solo para reponer Sodio sino para facilitar absorción de agua.
Potasio: de 5-10 meq/lt (195-390 mg/lt). Para prevenir las pérdidas de Potasio por sudor y para compensar el efecto del intercambio absorción de Na+ vs. excreción de K+ en el túbulo distal.
Cloro: Es el anión de preferencia, aunque el acetato  y el citrato han demostrado favorecer sensiblemente la absorción de agua y Sodio.

Osmolaridad
Límites recomendados de Osmolaridad, Sodio y Potasio, en el diseño de bebidas deportivas
Osmolaridad: 290-360 mosmol/lt.
Sodio: de 400 a 700 mg/lt (17,4 a 30,4 meq/lt)
Potasio: de 121 a 225 mg/lt (3,10 a 5,75 meq/lt)

Osmolaridad de una solución de rehidratación oral
Soluciones hipotónicas? : SI
Soluciones isotónicas? : SI
Soluciones hipertónicas? : NO


Neuropsicología de la actividad motriz: estructura, desarrollo y aprendizaje



                                                                                 Neurólogo. Grup psicomèdic AXIOS (España)
Dr. J. Jubert i Gruart


Trabajo presentado en las Primeras Jornadas Internacionales de Fútbol Base,
Girona, 4 y 5 de diciembre de 2000


Introducción
La neuropsicología es una rama relativamente reciente de la neurología que tiene por objetivo el estudio de las relaciones entre cerebro y conducta. Se centra, primordialmente, en las denominadas funciones cerebrales superiores o complejas. La primera de estas funciones "superiores" a la que quiso identificarse su lugar de producción cerebral (localización) fue, a finales del siglo XIX, el lenguaje, la función mas específicamente humana y la que se suponía mas compleja. La primera mitad del siglo XX ocupó a los investigadores de la funciones cognitivas, mientras que la segunda mitad marcó el inició del interés por la funciones práxicas (constructivas grafomotora y manipulativa, ideomotora, ...). La función cerebral superior mas descuidada por la investigación neuropsicológica ha sido, precisamente, la del movimiento voluntario o finalista; su versión o aplicación a una actividad deportiva tan compleja como son los denominados "juegos" con pelota, continua siendo inexistente.
Tal desinterés y desconocimiento resulta paradójico, dada la importancia que en nuestra cultura se da a los deportes competitivos con pelota. Importancia que se ha traducido en el auge de la denominada medicina y fisiología deportivas -con el subsecuente interés por los métodos de entrenamiento, a la búsqueda de mejores rendimientos físicos -, y la expansión de escuelas deportivas (pretendiendo formar futuros deportistas de elite, potenciando o facilitando el desarrollo de las competencias ejecutorias en edades cada vez mas tempranas). Pero, a diferencia de las amplias y mayormente consensuadas bases que orientan la programación didáctica en los ámbitos de la adquisición del lenguaje, la lectura y la escritura o del desarrollo cognoscitivo y práxico, del aprendizaje instrumental musical, ... los fundamentos secuenciados, simultáneos y sucesivos, que rigen, presiden y regulan, una compleja actividad deportiva (como la practica del fútbol), se hallan explicitados, sistematizados, verificados y consensuados con prácticamente nula amplitud y profundidad.
El objetivo de esta ponencia es, precisamente, perfilar los fundamentos mas básicos de esta prometedora disciplina que es la Neuropsicología del deporte.

Conceptos básicos
La Neuropsicología del deporte (de la actividad motriz deportiva) tiene por objeto el estudio del trabajo cerebral de un deportista en acción. Va intentar responder, entre otras muchas, a las siguientes preguntas: ¿Qué ocurre en el cerebro de un deportista (de un futbolista, en concreto, para el objetivo de esta ponencia) mientras realiza una concreta "jugada"? ¿Qué diferencias funcionales existen entre el cerebro en acción de un futbolista y el cerebro de un pianista o de un matemático? ¿Por qué predominan los zurdos entre los deportistas de elite? ¿Por qué la bilateralidad es la característica dominante entre los deportistas? ¿Cuáles son la secuencias básicas, esenciales, para facilitar el desarrollo y aprendizaje de la práctica del fútbol?
Como tendremos ocasión de argumentar, ser un competente futbolista requiere del trabajo concertado (simultáneo y sucesivo) de un número importante de estructuras nerviosas (centrales y periféricas), tratándose, inequívocamente, de una Función Cerebral Compleja (FCC) en grado sumo.
El objetivo de una Neuropsicología del deporte es identificar cada uno de estas estructuras funcionales cerebrales que aportan su trabajo concertado y que dan lugar a un exitoso movimiento coordinado, que culmina con la verificación de la finalidad intrínseca a cada modalidad o especialidad deportiva (controlar la pelota, pasarla a un miembro de propio equipo, interceptarla del contrario y, en ultimo termino, introducirla -según la reglas- en el marco de una portería, en el caso de fútbol). Se trata, pues, en primera instancia, de una Neuropsicología de Adultos, dedicada a evaluar el rendimiento o competencia de funciones adquiridas, aprendidas y ampliamente programadas en el cerebro actuante de un competente sujeto adulto. Tal Neuropsicología constituirá nuestra primera aproximación, nuestro marco de referencia.
En segundo lugar, nuestro objetivo hoy será introducirnos en la Neuropsicología del Desarrollo o de la adquisición de esta Función Cerebral Compleja. Describiremos, pues, las leyes que regulan el aprendizaje de la actividad motriz voluntaria, las secuencias de su desarrollo, los pre-requisitos indispensables a cada nuevo nivel de desarrollo y sus cronologías, obteniendo de ellos la información básica para la planificación científica de una didáctica aplicada al aprendizaje de esta concreta especialidad deportiva.

El cerebro de un futbolista adulto en acción
La actuación de un futbolista expresa el producto del trabajo concertado de las siguientes estructuras funcionales encefálicas, cada una de las cuales aporta su especifica contribución, en diferente intensidad, cualidad y oportunidad (fig. 1):
1.     La primera aportación funcional, básica e indispensable, obvia, es la de los sistemas de alerta y vigilia (estructuralmente constituidos por la Formación Reticular Mesencefálica (tronco del encéfalo) o Iª UFC).
2.     Además de mantenernos en un estado de alerta, de vigilia y con una atención altamente localizada (concentración), también resulta obvia la necesaria aportación de una motivación intensa o estado emocional pertinente. Se trata, en definitiva, de la contribución o trabajo concertado del denominado cerebro emotivo o sistema límbico (UFC Intermedia).
3.     En todo momento, además, las regiones corticales asociativas posteriores (IIª UFC) , que integran las percepciones (visuales, somatosensoriales, auditivas,...) de todo lo que ocurre, en aquel momento, sobre el terreno de juego y en el propio cuerpo del deportista, deben aportar su imprescindible trabajo. Sin embargo de poco serviría esta aportación si una nueva elaboración del material perceptivo no tuviera lugar en las áreas adyacente de este córtex posterior: el trabajo de cognición, que realiza la síntesis simultanea de las diferentes percepciones, para dotarlas de significado polimodal. Esta síntesis polimodal o cognición es la que me permite tener una noción temporo-espacial del movimiento que sucede en el terreno de juego y sintetizarlo con la percepción de mi propio cuerpo en este contexto dinámico.
4.     Todos los procesos precedentes van encaminados a poder permitirle a un jugador una adecuada y ajustada respuesta motora. Ello es trabajo de las estructuras corticales anteriores, que forman los lóbulos frontales del cerebro (IIIª UFC) , las cuales han de integrar la totalidad de las informaciones proporcionadas por el trabajo les las estructuras funcionales precedentemente citadas y sintetizarlas en concretos planes y programas de actuación (recibir y pasar la pelota, introducirla en la portería contraria; perder tiempo, manteniéndola en el medio campo o en una esquina; provocar una falta;...). Pero, todo ello, a continuación, ha de realizarse y ejecutarse recurriendo a programas de movimientos (contracción y relajación de grupos musculares concretos, agonistas o antagonistas, flexores o extensores, rotadores, ...); y todo ello no anárquicamente, sino de acuerdo con programas o melodías cinéticas precisas (primero regatear y después pasar; o primero correr, en determinada dirección, y después saltar para cabecear;...) que obedecen a un plan o programa previamente escogido. Todo ello, por fin, deberá ser ejecutado músculo a músculo, articulación por articulación. He aquí el trabajo que ha de aportar esta IIIª UFC o unidad eferente, encargada de programar, secuenciar, ejecutar y verificar la acción. Se trata, con todo, de un programa en bruto, que ha de ser modulado, pulido y ajustado.
5.     Con solo estas estructuras aportando mancomunadamente su trabajo, es evidente que el fútbol no seria, en absoluto, el espectáculo rápido y variado que estamos habituados a contemplar. El rendimiento que pueden proporcionar, en la practica del fútbol, pacientes afectados por la enfermedad de Parkinson o por una degeneración del cerebelo (causada por una esclerosis en placas, por un tumor o por una anomalía hereditaria), ilustra ampliamente el imprescindible trabajo concertado que han de aportar los sistemas extrapiramidal (formado por núcleos o ganglios grises subcorticales) y cerebelo-vestibular, sistemas cuya consideración realizaremos en el apartado siguiente (ya que se trata de estructuras funcionales exclusivamente moduladoras del movimiento, no comprometidas en su génesis y programación) .

Descripción neuropsicológica de la actividad motora
Cada componente o segmento de una acción motora, aplicada a la práctica de un deporte, en absoluto es una actividad refleja o simple respuesta estereotipada y obligada a un estímulo. La acción motora no es un proceso lineal, caracterizado por relevos estacionales; no es el resultado de una secuencia de operaciones de procesamientos independientes y sucesivos. La retroalimentación y la cuasi-simultaniedad es la característica más distintiva del movimiento voluntario. Prescindiendo, ahora, de las aportaciones que podemos calificar de inespecíficas (como el estado de alerta, vigilia y atención, el tono emotivo-motivacional, percepciones unimodales,...), que hemos mencionado en el apartado precedente, centraremos esta exposición exclusivamente en la identificación y descripción somera de los aspectos o componentes intrínsecos y específicos del movimiento.
1. Córtex parietal asociativo posterior (fig. 2). Pertenece a la 2ª U.F.C.. Es una zona captadora (de integración aferente) de la información tanto exteroceptiva (procedente del exterior) como propioceptiva (procedente del propio cuerpo). Se trata de una área terciaria (de máxima complejidad integrativa), donde se realizan síntesis de diferente modalidad perceptiva: visual, auditiva, somatoestésica,..., pero que también recibe "inputs" motores de diferente procedencia (frontales, cerebelosos, ...). El trabajo en ella realizado nos permite tener un conocimiento (cognición) integrado de los fenómenos polimodales reflejados. No se trata, pero, de una cognición emocionalmente "neutra", ya que, gracias a su preferencial conexión con las estructuras límbicas (UFC intermedia), también integra los impulsos motivacionales, dando lugar a un incremento de la descarga eléctrica en estas áreas de acuerdo con el grado de significación emotiva de la tarea a realizar (interés por el objetivo). Una lesión o supresión de esta área (igual que una ausencia de motivación), no deja al sujeto inactivo; pero la ejecución resultante se realiza de forma poco atenta, poco ajusta (retrasada o inacabada).
Además de dirigir (focalizar) la atención sensorial, la zona parietal posterior del hemisferio derecho constituye en núcleo central de los procesos práxicos, que nos permiten la "conversión de los elementos de la percepción o de la representación en elementos de la construcción" (LURIA), tales como meter una carta dentro de un sobre (praxia ideatoria), dibujar una casa (praxia constructiva grafomotora), construir una mesa o un puente (praxia manipulativa), vestirnos y desvestirnos (praxia del vestir), afeitarnos, peinarnos, orinar o defecar, comer con cubiertos (praxias habituales),... La capacidad para manipular una pelota (con el pie, con la cabeza o con las manos) es, igualmente, una competencia práxica, la cual debe poseer un futbolista, pero ella sola no garantiza su competencia (pudiendo ser, exclusivamente, un buen malabarista, solo apto para exhibiciones). Su éxito, en un terreno de juego - en una competición con otro equipo- dependerá de otra función encomendada a otra área de esta misma zona parietal posterior. Constituye una responsabilidad de esta zona, realizar la integración de las habilidades inherentes y especificas a la practica de un deporte mediante la "transformación de los elementos de la intención en elementos de la acción" (GARDNER, JUBERT), lo cual es algo esencialmente diferente de una construcción práxica: en el deporte, a diferencia de las actividades práxicas, no hay construcción (no se obtiene como resultado un objeto material permanente). El resultado es, en el deporte, una aleatoria puntuación, una clasificación, exponente de la consecución de un objetivo (colocar la pelota en un determinado lugar) que se obtiene por intermedio de una acción (siempre efímera). Para este cometido, el trabajo concertado de esta área es crucial, nuclear. En ella radica -entre otras- la diferencia entre el espectador y el practicante de un deporte, entre el critico, el entrenador y el deportista. El deportista hábil -y solo él- sabe hacerlo (ejecutarlo); los otros solo saben representárselo, decirlo, escribirlo o dibujarlo. Habilidades motrices y competencias práxicas con un objeto (pelota) constituyen solo pre-requisitos (aportaciones o contribuciones necesarias, pero no suficientes). El objetivo es convertir la intención en acción.
El cerebro del futbolista, además, debe analizar simultáneamente y continuamente los movimientos (cambios de ubicación espacial, con su componente de temporalidad o rapidez) de sus compañeros de equipo -que participan directamente o potencialmente en cada "jugada"-, de la pelota y de los integrantes del equipo oponente. Ha de realizar una síntesis simultanea tanto de su propia posición (de su cuerpo -segmentos y totalidad- en el espació o terreno de juego) así como de la posición de los otros y de la pelota en cada momento, y encender o desencadenar una respuesta motriz adecuada (síntesis de percepción aferente y de programación de acción eferente). Esta función de síntesis tempo-espacial (o espacio-temporal), también es competencia de la zona cortical parietal que nos ocupa. Dada su especificidad, se halla, pero, claramente lateralizada en el hemisferio derecho, justificando el predomino de zurdería o de ambilateralidad en futbolistas destacados.
Efectivamente: un futbolista en acción ha de realizar, como mínimo, un análisis de tres cuerpos en movimiento en el espació, hacer un calculo de su velocidad, prevenir su trayectoria y ajustar la posición mas precisa de su propio cuerpo, ejecutando los movimientos pertinentes. Las áreas asociativas posteriores del lóbulo parietal derecho han de realizar este trabajo en fracciones de segundo y de aquí ha de partir la orden de organizar una igualmente rápida respuesta motriz. Lógicamente, el camino mas rápido de salida, desde el hemisferio derecho - en virtud del cruzamiento o decusación de las vías piramidales motoras al hemicuerpo contralateral- es el hemicuerpo izquierdo. Es por ello que los zurdos poseen una acrecentada ventaja de milisegundos en esta salida organizada del movimiento tendente a un fin (coincidir con la pelota). Los diestros, por el contrario, tendrán la desventaja de tener que transferir la información al hemisferio contralateral o, en el curso de su desarrollo y aprendizaje, de tener de convertirse en bilaterales (ambidextros o ambizurdos) para unas determinadas acciones o funciones.
La zona asociativa posterior del lóbulo parietal derecho es, en primera instancia, pues, una verdadera "zona de mando" o de "encendido" del movimiento voluntario. Este papel directivo se dirige o proyecta hacia a sus principales "outputs" o aferencias: el córtex premotor (frontal), el cerebelo y los ganglios basales (es decir: hacia los ejecutores del movimiento: programador uno, moduladores los otros).
2. Córtex frontal (prefrontal, premotor y motor). Pertenece a la IIIª UFC. Se trata de una zona programadora y efectora del movimiento. Sus áreas prefrontales (áreas terciarias), específicamente humanas, se hallan encargadas de generar los planes y programas de la acción, así como la verificación de la misma una vez realizada. En ellas se genera el motivo, la idea y el proyecto de actuación. En las adyacentes áreas premotoras (áreas secundarias) tiene lugar la composición de las "melodías cinéticas" (LURIA) que integraran un movimiento complejo y finalista. A continuación se produce la aportación de las áreas motoras propiamente dichas o pre-rolandicas (áreas primarias) (fig. 3), donde las ordenes de operación ejecutiva, enviaran las ordenes en bruto para la entrada en juego de los concretos músculos, organizados en torno a una articulación, que han de intervenir en aquel movimiento finalista y planificado.
3. El sistema límbico (fig. 1). El conjunto de estructuras subcorticales agrupadas bajo el concepto de U.F.C. Intermedia (JUBERT) constituye la tercera aportación al trabajo concertado de una actividad deportiva. Su papel ha sido siempre implícitamente reconocido, pero muy escasamente o adecuadamente ha sido objeto de una sistematizada atención. Limitado su contribución al grado de motivación para ganar, se ha obviado la consideración del placer como un objetivo evidente de la practica deportiva.
Las aferencias propioceptivas (estímulos procedentes del propio cuerpo), antes de hacer escala en el tálamo y de aquí al cortex parietal, recalan en tres estructuras básicas: el cerebelo (de cual nos ocuparemos mas adelante), la formación reticular del mesencéfalo (Iª UFC) (dando lugar al estado de alerta y vigilia) y en las diferentes estructuras que configuran el gran lóbulo límbico de Broca o cerebro emocional (UFC Intermedia) .
Top of Form 1
Cual es el resultado de este "input" de las aferencias propioceptivas, generados por el movimiento, en las formaciones límbicas? La respuesta es: el placer. El placer de movernos (el placer del estiramiento muscular al despertarnos, el placer de andar, de correr, de nadar, de dar patadas o golpes de raqueta o de mano a una pelota, de practicar el golf, de deslizarnos sobre esquies o patines,...o de participar en una relación sexual, de practicar una afición manipulativa-constructiva,...). El movimiento es adaptativo y esta al servicio de la supervivencia. Quietos seriamos objeto de depredación fácil. Había, pues, que recompensar el movimiento. Nos movemos para obtener placer. No ha de sorprendernos, pues, que haya surgido la actividad que denominamos "juegos" (CAMPBELL). En el desarrollo normal infantil, de cualquier especie suficientemente encefalizada -incluida la humana-, hacen su espontanea (y, por tanto pre-programada) aparición los denominados "juegos espontáneos" o "movimientos descompuestos y desordenados". Su objetivo básico es activar las zonas límbicas del placer y dar lugar al desarrollo y aprendizaje de movimientos adaptativos no programados genéticamente (otros que las rígidas pautas de respuesta instintiva). Tal "juego" es, pues, una actividad musculo-esquelética con objetivo subcortical (límbico) e independiente de los centros superiores (corticales). Que, en estadios sucesivos del desarrollo humano (o en la domesticación animal) se establezcan reglas corticalizadas, es una cuestión de tratamiento o ritualización exclusivamente cultural. No debemos, por tanto, olvidar o desconocer que primariamente (básicamente), en la secuencia del desarrollo filogenético y ontogenético, se juega por el placer de jugar (y no por el placer añadido de competir y ganar o por evitar el displacer de perder o ser derrotado). Es por ello que los sujetos infantiles desean pasar la mayor parte del tiempo dedicados a un comportamiento de juego no reglamentado. Es a causa de tener todavía poca tolerancia para el diferimiento en la obtención de placer mediante el movimiento, que les cuesta aguantar la quietud. La supresión de este esencial placer (como ocurre en muchos de los deportes profesionales, en los que la preparación denominada "física" pasa a ocupar el primer lugar), conlleva una considerable dosis de renuncia, de sacrificio y ,a veces, de dolor. Ello debe compensarse o sustituirse por placeres diferentes: el placer de ganar ( "hemos sufrido mucho para llegar a ganar" , he aquí una frase habitual y cierta), el placer de la fama ("el precio de la fama" , como versión egótica o narcisista) o el placer del dinero (correlato motivacional de muchos aprendizajes de deportistas o de sus progenitores).
Si la obtención de placer es, en primera instancia, el objetivo de un practicante de un deporte, ¿qué placer obtiene un "aficionado" (espectador) de un deporte (y de un equipo)? Obligado a la inmovilización -en las gradas de un estadio o en un sofá delante de un televisor-, debería experimentar displacer. Y lo experimenta. Para aliviarlo, y para obtener placer, recurre a descargar la tensión mediante la practica de aquellos primitivos "juegos desordenados" y episódicos, propios de las edades infantiles: de pronto se levanta y agita los brazos, patea o corre, grita, se abraza o agrede y destruye de forma indiscriminada y sincopada, o simplemente sale a la calle y baila, se mueve, y disfruta (obtiene placer en el movimiento) compensando su pasividad inicial de espectador.
Es, probablemente, por este motivo que -ahora que la practica del deporte se ha hecho selectiva, restrictiva y competitiva- la juventud, necesitada de obtener placer generado por el movimiento e imposibilitada de vehiculizarlo en la práctica deportiva (pues los clubes solo retienen a "los mejores"), acude en masa a las discotecas. El césped o el cemento de una instalación deportiva solo son pisados, por una inmensa mayoría de jóvenes, en ocasión de un concierto de rock y no para la practica de un deporte. El baile (hoy no reglamentado), deviene un sustituto de aquella actividad física desordena o casi estereotipada, comparable a los saltos y gestualidades lúdicas de un chimpancé, con mínima participación del trabajo concertado del cortex cerebral. Por su turno, los denominados bailes de salón o el ballet son versiones ritualizadas de la misma necesidad primaria de moverse, en al cual, al igual que en los deportes o juegos reglamentados, se han introducido reglas, técnicas y uniformes incluso, dando entrada a la participación de las regiones cerebrales frontales superiores (programación de los movimientos, introducción de reglas,...).
4. El cerebelo, estructura encefálica extracerebral, constituye el archivo imprescindible que contiene inscritas todas las habilidades motoras (movimientos complejos o de largo recorrido y duración, ajustados a un objetivo). Contiene, en definitiva, todas las "imágenes motoras" aprendidas que es susceptible y competente de ejecutar una persona. Tal deposito o estructura funcional, no forma parte del cerebro, es, solo, una estructura sobrepuesta e interpuesta (fig. 4). Su función es moduladora, ajustadora y coordinadora de movimientos diseñados (esquemas de movimientos) por el cortex cerebral.
El área de su superficie es la misma que la del neocortex. Su programación es lenta y difícil, previa a la programación de las áreas corticales mas arriba consideradas. A diferencia de ellas, pero, su ejecución será automática e inconsciente.
Cualquier actividad motora finalista, rápida y eficaz es imposible sin la imprescindible y nuclear aportación o trabajo concertado de la muy compleja función cerebelosa. Los componentes esenciales que esta función aporta al movimiento son:
a.     Conservación del equilibrio (con la colaboración de las conexiones vestibulares).
b.    Control del tono muscular estático y de la marcha.
c.     Ejecución del flujo o coordinación precisos (ajustado al fin) de las actividades motoras (coordinación proximal y distal de las extremidades).
      Dejaremos de considerar, aquí y ahora, el crucial papel del equilibrio y del tono muscular, pre-requisitos indispensables sobre los cuales toma forma un movimiento, para centrar nuestro interés en la tercera de las aportaciones del cerebelo. Nos referimos a lo que podemos denominar la "forma" de un movimiento dirigido a un fin (su silueta móvil, precisa, ajustada, elegante, rápida, económica,...). La defectología (es decir: la sintomatología clínica que observamos cuando se han producido lesiones del cerebelo) nos sirve de introducción para comprender el trabajo que deja de aportarse. En tales casos, el paciente no presenta ninguna parálisis (su cortex cerebral y las vías piramidales están indemnes); pero sus movimientos son lentos, torpes, bruscos, imprecisos, sobrepasan el objetivo,... La orden para realizar el movimiento, respondiendo a un estimulo, ha partido del cortex; la dirección hacia el objetivo también se ha trazado; existen planes y programas de actuación; pero la forma, silueta o perfil de este movimiento (que podemos registrar gráficamente), carente de la aportación de la función del cerebelo, es, a todas luces, manifiestamente inadecuada, no solo para la practica de un deporte como el fútbol sino para todas las actividades cotidianas. Igual fenómeno, debido a la misma causa, se nos patentiza cuando observamos un futbolista en estado ebrio o en los pasos y la torpe manipulación que exhibe un sujeto infantil (de 12-14 meses de edad y hasta el segundo año de vida). Su marcha es torpe, las caídas frecuentes, los intentos fallidos al intentar coger un objeto (derribándolo), correr le es imposible, igual que sortear obstáculos móviles o fijos,...; todo ello causado por la inmadurez de su cerebelo, incapaz de aportar el necesario ajuste al movimiento bruto, generado a nivel cortical. Con los meses y los años, con la ejercitación y el aprendizaje por experiencia, ira ganando globalidad, justeza, precisión, equilibrio,...El cerebelo almacena, día tras día, las experiencias de éxito (sustituyendo a las fracasadas) de "las formas particulares de realizar un movimiento en diferentes circunstancias" (STEIN). Así es como se adquieren las habilidades motoras. El cerebelo, modulando cada movimiento originado en el cortex cerebral, utiliza la información acumulada de cómo un movimiento tuvo éxito en el pasado, aportándolo a la nueva situación, con el objeto de mejorar la ejecución de movimientos semejantes en el futuro. El cerebelo, pues, "es el mas alto centro de la regulación automática del movimiento", teniendo a su cargo el control cinético del movimiento. En el cerebelo se hallan almacenados los pre-programas centrales del movimiento, resultado de su aprendizaje por ejercitación. Es gracias a la información compleja -que integra tono, equilibrio y coordinación- aportada por mi cerebelo, y programada durante un aprendizaje precoz, que consigo deslizarme ágilmente sobre una bicicleta. Igual que un buen jugador de fútbol lo es, básicamente (e independientemente de las estrategias técnicas adoptadas) gracias a su alto stock de perfiles ajustados de movimientos, almacenados en su cerebelo, y que permitirán su pronta distribución para dar forma a cada actuación motora final.
5. Los ganglios basales (núcleos grises, situados en la base del cerebro) (fig. 5), componentes esenciales del sistema extrapiramidal, constituyen el eslabón mas arcaico de la funciones que aportan su trabajo concertado a la actividad motriz emergente del cortex cerebral, a la par que es la primera en desarrollarse en el curso de la ontogenia individual. Su función es la de suministrar los programas motores primitivos, básicos e innatos, característicos de cada especie. En definitiva: los patrones motores básicos, sobre los cuales podrán imprimirse los movimientos aprendidos y adaptados a finalidades concretas y modulados por el trabajo de las estructuras cerebelosas. Así, gracias al papel jugado por los ganglios basales, iniciamos prontamente un movimiento, andamos con soltura y rapidez, balanceando nuestros brazos, cambiamos ágil y rápidamente de postura,... En la conducta motriz propia de una enfermedad de Parkinson -paradigma de las enfermedades afectando los ganglios basales-, tenemos un claro ejemplo de lo que sucede cuando estas estructuras funcionales dejar de aportar su contribución a l actividad motriz: retraso o diferimiento en el inicio de un movimiento, lentitud en su ejecución (hipocinesia o bradicinesia), bloqueo en el curso de su ejecución, perdida de los reflejos de re-equilibración, incapacidad para los cambios posturales,... Todo ello en ausencia de parálisis, de afectación del cerebelo y con total integridad cognitiva, práxica e intencional.
Resumiendo, las funciones mas esenciales de los ganglios basales consisten en:
a.     Tener a la disposición un relativamente limitado deposito de programas motores originales o primitivos (patrones básicos), los cuales son generados internamente (no dependientes de inputs o aferencias exteroceptivas o telequinésicas, como la visión o la audición, en definitiva espaciales).
b.    Suministrar un estado de "alerta motora" o preparación para la acción, frente a estímulos anunciadores o antecedentes indicadores que un acontecimiento va a hacer su próxima aparición (como, por ejemplo, ligeros movimientos procedentes del cuerpo del jugador contrario o del que es susceptible de proporcionar "un pase" de pelota) y, frente a tales indicios, seleccionar los patrones básicos de movilidad apropiados (que no de movimiento intencional, sofisticado, ajustado y preciso, aportado por el cerebelo).
c.     Una vez activado y seleccionado tal patrón de movilidad, solo cabe ejecutarlo. A diferencia de la creatividad y variabilidad, producto de mas o menos largos e intensivos aprendizajes, que caracteriza a los programas cerebelosos, los programas extrapiramidales (aportados por los núcleos basales) son solo copias de movimientos fundamentales, que posibilitaran los automatismos motores (de la marcha y de la carrera) y la adaptación equilibratoria al realizar un giro en el espacio, al agacharse o levantarse, por ejemplo, manteniendo las posturas mas eficaces . Solo contando con el soporte de estas adaptaciones posturales y de los movimientos automáticos, podrán imprimirse a los músculos -organizados en torno de una articulación- las complejas contracciones coordinadas que dan lugar a los movimientos intencionales.

Desarrollo y aprendizaje de la función cerebral compleja (FCC) futbolística
Definimos a la FCC deportiva (en general) como aquella que es el producto del trabajo concertado de las diferentes áreas y estructural funcionales que hemos someramente descrito en los apartados anteriores, cada una de las cuales aporta su especifica e imprescindible contribución al movimiento resultante o final (actividad y competencia deportiva). A pesar de la extrema (y excesiva) simplicidad expositiva y descriptiva que se ha aportado, no cabe ninguna duda que se trata de una función extraordinariamente compleja. Situándonos ahora en el terreno de la neuropsicología evolutiva o del desarrollo (con el objetivo de poder programar el aprendizaje de un concreta disciplina deportiva, partiendo de bases realistas y científicas), cabe apuntar, en primer lugar, que cada una de estas aportaciones, casi-simultaneas, que participan en todo comportamiento y rendimiento motriz-deportivo, tiene diferentes y especificas cronologías de presentación -de maduración y de desarrollo- en el curso de los primeros años de vid, siendo el conocimiento de estas cronologías del todo imprescindible para planificar una actividad educativa aplicada.
El desarrollo infantil humano sigue una secuenciación estrictamente ordenada y programada, en la que cada etapa es consecuencia de la precedente, a la par que es el requisito previo para la siguiente (GESSELL).
El punto de partida de este desarrollo es, precisamente, el alto grado de inmadurez que todavía presentan sus estructuras encefálicas en el momento del nacimiento a termino. Desde un punto de vista motriz, el recién nacido humano es un animal o preparación nerviosa subcortical inacabada; ello determina su actitud postural de reposo, caracterizada por una hipertonía en flexión, que lo mantiene totalmente esclavo de la gravedad. Una vez terminado el proceso de maduración de las estructuras nerviosas, dependientes de un exclusivo determinismo genético, la llegada de requerimientos del medio permitirá la transformación de estas estructuras funcionales y la conquista de sucesivos niveles de desarrollo.
Existe, pues, en el proceso del desarrollo, una edad para cada adquisición. Existen, en definitiva, periodos críticos u óptimos -cada uno con su relativamente estricta cronología- para la maduración, el aprendizaje y el desarrollo de una determinada función cerebral compleja. Para la practica de una actividad deportiva como el fútbol, a grandes trazos, dichas etapas o periodos son los siguientes:
1.     Ninguna función puede ejecutarse con eficacia antes de que las estructuras que la sustentan hayan terminado su proceso de maduración, predeterminado genéticamente. En relación a las estructuras motoras, este proceso madurativo se despliega de forma suficiente dentro del primer año de vida (nivel previo de desarrollo motriz). A lo largo de los seis primeros meses de vida, en condiciones normales, tiene lugar la inhibición de la mayor parte de los denominados reflejos arcaicos y la modificación del tono permanente de los músculos de las extremidades superiores e inferiores (pasando de una hipertonía en flexión a una relativa hipotonía en extensión). Paralelamente, la hipotonía axial (del tronco) es sustituida por una relativa hipertonía.
2.     Resultado de esta substancial modificación del tono muscular, dentro de la segunda mitad del primer año de vida, el sujeto humano infantil puede empezar a exhibir competencias posturales antigravitatorias (mantenerse sentado sin apoyo, mantenerse de pie con apoyo,...).
3.     Tales cruciales adquisiciones, culminaran, al inició del segundo año de vida, en una deambulación autónoma inestable, indicativa de la entrada en juego de un cada vez mas eficiente control del funcionalismo de las estructuras funcionales extrapiramidales (ganglios basales).
4.     Dentro del tercer año de vida, los automatismos de la marcha conseguirán su plena manifestación, gracias a las repetidas oportunidades que la ejercitación de movimientos suministrará al establecimiento de circuitos neuronales cada vez mas amplios y consolidados a nivel de las estructuras del cerebelo. Para la adquisición de esta competencia funcional básica, es -en condiciones normales- absolutamente innecesaria la planificación de un entrenamiento o de reglas directivas. Suministrar un ambiente habitual, con posibilidades de desplazamiento y de exhibición de las actividades de juego espontaneo infantil, es del todo suficiente y necesario. La modificación del tono muscular, la maduración y desarrollo de las funciones de equilibración estática y dinámica representan el substrato imprescindible sobre el cual podrán elaborarse todas las modalidades de conductas motoras posturales y cinéticas voluntarias reguladas, en primer lugar, por los ganglios basales, permitiendo al infante humano librarse progresivamente de la esclavitud de la gravedad y dirigir su actividad a la consecución de objetivos gracias a la modulación (coordinación), cada vez mas fina y ajustada, realizada en el cerebelo. Los patrones básicos, sobre los cuales podrán deslizarse los movimientos aprendidos y almacenados en pre-programas motores, están asegurados. Partiendo de estos pre-requisito -a medida que avanzamos en el tercer año de vida, asistimos al progresivo desarrollo de esta tercera etapa cuarta etapa de desarrollo motriz, caracterizada por la entrada en juego del progresivo trabajo concertado de las estructuras funcionales cerebelosas, dando lugar al desarrollo progresivo y largo aprendizaje de las habilidades motoras cinéticas, que se prolongará hasta la entrada de la adolescencia. Sin embargo, el periodo optimo y máximo, durante el cual se imprimen en los circuitos cerebelosos los pre-programas motores básicos, se circunscribe entre el final del tercer año y el séptimo año de edad. Aquí, nuevamente, la función del juego libre o no reglamentado es esencial. Cuantas mas posibilidades tenga un sujeto infantil, de 4 a 7 años, para ejercitarse y desarrollar competencias o habilidades motoras, confrontándose con los requerimientos de un medio rico y variado en estímulos y obstáculos que vencer, mayor será el nivel de su desarrollo cerebeloso y, en consecuencia, mayor será el stock o almacenamientos de pre-programas motores. Constituye requisito indispensable, para la consecución y mantenimiento de la participación infantil a lo largo de estos años, la concurrencia de la obtención de placer en la practica de las actividades denominadas lúdicas (aportación que puede abortarse por la introducción de reglamentaciones y restricciones excesivas impuestas por los adultos). Resulta sin embargo imprescindibles que estos se ocupen en proporcionar a los sujetos en desarrollo medios, dificultades y requerimientos prediseñados (lógica y científicamente), que fuercen y exijan el desarrollo de aquellas habilidades motoras nuevas y pertinentes para la practica del deporte escogido como objetivo (impulso para propulsar una pelota con el pie, orientación, recepción, ...ataque y defensa,..., salto y cabeceo,...). Se trata pues de una etapa del desarrollo general y deportivo en particular, en la que debe conjugarse un compromiso entre la necesidad del juego libre (exclusivamente dador de placer) y la introducción, en el medio donde este juego puede realizarse, de nuevos elementos interactivos y de útiles que los niños por si solos (en nuestras rígidas y limitativas organizaciones urbanas) difícilmente podrán hallar o crear, proporcionarse y utilizar.
5.     Solapándose tardíamente con esta etapa, a partir del cuarto año de vida, la quinta etapa del desarrollo motriz comporta la progresiva entrada en juego de las integraciones corticales parietales asociativas (síntesis temporo-espaciales) y de las programaciones melódicas cinéticas frontales. Aquí es donde incide, de forma programa y consciente, el concepto, magistralmente acuñado por VIGOTZKY, de área de desarrollo potencial. Efectivamente, una vez que el sujeto infantil ha conseguido un optimo nivel de desarrollo motriz-cinestesico (suficiente riqueza y variedad de pre-programas motores, además de los patrones básicos), si deseamos que consiga nuevos niveles de desarrollo -los cuales por si solo no adquiriría (o, caso de adquirirlo, no se ajustarían a las demandas preestablecidas para la practica de una determinada actividad)-, hemos de ayudarlo haciendo con él aquello que se desea desarrollar. Hacer con él, desplegando su desarrollo potencial, no es lo mismo que pedírselo, exigirle que lo haga; no es lo mismo que recriminarle sus fallos, gritarle, insultarlo o premiarlo.
Top of Form 1
Aquí comienza el verdadero aprendizaje. Tal es la función del entrenador infantil. A partir de los cuatro años de edad, deberá aprender actividades, habilidades, artificiales, nuevas, que difícilmente o imposiblemente se darán en el juego libre. Deberá desarrollar nuevas y mas complejas competencias, nuevas condiciones internas, nuevos programas. Deberá internalizar reglas, tácticas, objetivos, planes y programas de actuación. El papel directivo del lenguaje del adulto es ahora imprescindible, así como la comunicación entre el niño y el adulto. En esta etapa "la función compartida entre dos personas se convierte en un medio para la organización de formas superiores del comportamiento activo" (LURIA). Deben desarrollarse mecanismos neuronales que permitan frenar "la incontrolabilidad intrínseca de los movimientos suscitados por los impulsos meramente eferentes" (BERSTEIN), utilizándolos para la consecución de un objetivo prefijados. Empieza, por lo tanto, a solicitarse, en primer lugar, la intervención o trabajo concertada de la intención motora (que posibilitará la "conversión de los elementos de la intención en la tarea de construcción de la acción"). Efectivamente: en los seres humanos en general y en la practica de un deporte en particular, la acción motora no es (casi nunca) una respuesta estereotipada, obligada y de exhibición al instante frente a un estimulo externo, sino que siempre se crea "un modelo de la necesidad futura, un esquema de lo que deberá tener lugar y de lo que el sujeto debe alcanzar" (LURIA). Así pues, de forma creciente, a partir de los 4-7 años, el aprendizaje de una modalidad deportiva debe no solo hacer uso de los conjuntos de patrones y de variados pre-programas motores fijos y constantes, adquiridos básicamente en las etapas precedentes (y con cierto potencial de desarrollo todavía abierto), sino también de un conjunto de movimientos variables, intencionales. Ello solo puede construirse gracias a la síntesis de las informaciones aferentes multimodales constantes, incorporando el análisis de las coordenadas tridimensionales visuo-espaciales, función de las áreas asociativas de la IIª UFC, con la estructura o forma que habrán de adquirir en el espacio los movimientos dirigidos (melodías kinestésicas) a la consecución de un objetivo. Adaptando progresivamente los requerimientos a la dimensión cronológica, al peso y al tamaño del aprendiz y a las adquisiciones de competencia que irá acumulando el aprendiz, ha llegado el momento de introducir las necesarias reglas del juego, los objetivos tácticos y las estrategias de equipo que forman parte de un deporte concreto, en definitiva de corticalizar esta modalidad de expresión motriz, sin olvidar que solo podrá fructificar si se realiza sobre el terreno previo (suficientemente abonado y labrado) de los imprescindibles pre-requisitos que ha de aportar su trabajo concertado y que son su substrato..

Bibliografía.
·         GARDNER, H.: Estructuras de la mente, FCE, México, 1983.
·         JUBERT, J.: "Filogènesi del sistema nerviós. La imatge o idea de l'home construïda per les neurociències", a Estudi General, nº 3, pp. 63-161), C.U.G., Girona, 1983.
·         JUBERT, J., NAVARRA, J. i VALLES, E.: "Espai corporal i praxi constructiva grafomotora a l'edat pre-escolar" , Estudi general, C.U.G., Girona, nº 1, vol. 2, pp. 169-178, 1981.
·         JUBERT, J. i NAVARRA, J.: El primer any de vida, Ed. 62., Barna., 1987.
·         JUBERT, J. y NAVARRA, J: Escala de valoración neuropsicológica del deterioro orgánico, Elmu, Madrid, 1984.
·         LIUBLINSKAIA, A.A.: Desarrollo psíquico del niño, Grijalbo, México, 1971.
·         LURIA, A.R.: El cerebro en acción, Fontanella, Barna., 1974.
·         MEULDERS, M. y BOISACQ-SHEPENS, N.: Manual de neuropsicofisiología, vol. 1, Funciones sensoriomotoras, Toary-Mason, Barna., 1980.
·         VYGOSTSKY, L.S.: El desarrollo de los procesos psicológicos superiores, Critica, Barna., 1979.
·         STEIN, J.F.: "El control del movimiento", en Clive Warwick Coen, Ed., Las funciones del cerebro, Ariel, Barna., 1986 (1985), pp. 105-143..




NEUROCIENCIA Y APRENDIZAJE


Lic. Guillermo Magi
Director de la Fundación Archipiélago      

La Neurociencia es el nexo natural entre las humanidades y las ciencias naturales y su relevancia prevé que el desarrollo en el conocimiento del encéfalo en el S. XXI será equivalente al estudio de los genes en el S. XX y a lo que suposo la investigación de la célula durante el S. XIX. El estudio de la formación de conexiones entre neuronas durante el desarrollo permite establecer hipótesis entre los circuitos neurales y los actos comportamentales.
La neurociencia ha surgido durante el último siglo a partir de estudios del Sistema Nervioso realizados por disciplinas clásicas y nos permite explorar el potencial humano, entrelazando los mecanismos internos con la conducta observable.
“Quizá la última frontera de la ciencia -su desafío final- sea entender las bases biológicas de la conciencia y de los procesos mentales por los que percibimos, actuamos, aprendemos y recordamos. En las dos últimas décadas se ha puesto de manifiesto una apreciable unidad entre las ciencias biológicas, unidad que ha desembocado en la fusión de la Neurociencia con el resto de la biología celular y molecular. La próxima y quizás más desafiante etapa en esta progresiva unificación es la fusión del estudio de la conducta, la ciencia de la mente, con la Neurociencia, la ciencia del encéfalo” ("Neurociencia y Conducta", KANDEL Eric, SCHWARTZ James y JESSELL Thomas; 1997; 5).
El dogma central de dicha unificación es que lo que acostumbramos llamar mente consiste es una serie de funciones realizadas por el encéfalo. La acción del encéfalo subyace a toda conducta, no sólo a las conductas motoras relativamente sencillas, tales como andar y comer, sino a todos los actos cognitivos complejos que asociamos con la conducta específicamente humana, tales como pensar, hablar y crear obras de arte. Conforme a este punto de vista, los trastornos del comportamiento que caracterizan a la enfermedad mental son alteraciones de la función cerebral.
La tarea de la Neurociencia es aportar explicaciones de la conducta en términos de actividades del encéfalo, explicar cómo actúan millones de células nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células están influidas por el medio ambiente, incluyendo la conducta de otros individuos.
Las teorías del aprendizaje se han desarrollado históricamente con una fuerte base psicológica, antropológica y social, pero la mayoría de las veces han caminado por veredas opuestas con los aportes que sobre el mismo podían hacer las ciencias naturales.
De las neuronas a la cognición

Las neuronas están interconectadas en forma de red o telaraña y su conexión se da por medio del axón (de una neurona) por el que se desplazan los impulsos. Este desplazamiento termina en un engrosamiento el cual está separado por una pequeña luz (“cisura sináptica”) de la protuberancia en forma de pimpollo de una dendrita de la neurona destino.
La composición química de la “sustancia transmisora” que ocupa la cisura sináptica determina decisivamente el efecto que un impulso en marcha ejercerá finalmente en la neurona. Bajo ciertas condiciones puede producir un “efecto inhibidor” (eliminando así, otros impulsos que se originan simultáneamente); en otros casos puede ejercer un “efecto facilitador” (fortaleciendo así otro impulso, de manera que éste puede provocar que la neurona se “dispare”)” (Heinz von Foerster en WATZLAWICK Paul, “La realidad inventada”, Gedisa Editorial, 1981, págs. 38 y ss).
¿Cuáles serán las condiciones (externas e internas) que producen un efecto inhibidor y cuáles un efecto facilitador?, ¿qué modelos educativos o teorías pedagógicas actúan “favoreciendo o inhibiendo” el activamiento de la red neuronal?. Poder determinar modelos educativos que actúen favoreciendo o inhibiendo permiten concluir que aquellos que lo favorezcan estarán ayudando también a preservar la vida de las neuronas, mientras que aquellos que lo inhiban estarán ayudando a su paulatina muerte. Esto nos permitiría llegar a postular modelos pedagógicos y teorías del aprendizaje que estén directamente relacionados con el equilibrio nervioso del organismo humano.
Representaciones internas de los fenómenos mentales (input y output procesacional).
“Se ha dicho que la belleza está en los ojos del espectador... hay ciertamente un mundo real de árboles, personas, coches e incluso libros; y éste tiene bastante relación con nuestra experiencia de tales objetos. Sin embargo, no tenemos un acceso directo inmediato al mundo, ni a ninguna de sus propiedades...” (Ulric Neisser, 1967).
Las representaciones mentales que poseemos del mundo externo son constructos individuales que están directamente relacionadas con nuestra historia personal. Si pudiéramos “navegar” por nuestra mente tal como lo hacemos por Internet, nos asombraría las complejas y extrañas combinaciones de imágenes que conforman a su vez una telaraña de sentidos e ideas.
Nuestro comportamiento social responde a estos esquemas previos de acción, y estos esquemas internos adquieren relevancia en nuestro aprendizaje, puesto que la “manera” de aprender estará determinada por las posibilidades reales que podamos tejer en aquella telaraña interna.
Esta “matriz” interna de aprendizaje no permanece idéntica durante toda nuestra vida y esto se debe a la plasticidad neuronal, la cual permite la modificación de nuestras conductas. El que nuestra especie tenga un sistema nervioso evolucionado permite plantear estas ideas con respecto al aprendizaje. ¿En que nos basamos para estas afirmaciones?. La rana, por ejemplo, que tiene un sistema nervioso muy elemental, ante un estímulo externo (como por ejemplo un elemento extraño en su campo visual) salta inmediatamente a la zona más oscura de su campo visual. Muchas veces esta conducta le hace caer en manos de su enemigo y como consecuencia de ello pierda su vida, pero es que la rana no puede articular otra respuesta más compleja porque su sistema nervioso no se lo permite.
Esta idea fue trasladada en su momento por la psicología experimental al aprendizaje humano, e incluso se inscribe en esta línea la obsesión de los conductistas de medir respuestas observables a estímulos controlados. Los conductistas consideraban irrelevantes para el estudio científico de la conducta todos los procesos que intervienen entre el input y el output comportamental. Por esto ignoraron en gran medida los procesos cerebrales constructivos que subyacen a la percepción, la acción, la planificación, el pensamiento, la atención y las formas complejas de memoria.
Sin embargo, el hombre posee capacidad craneana con posibilidad de dar respuestas más complejas, por tanto el modelo estímulo-respuesta no es válido para especies (como la humana) que tienen una escala evolutiva mayor y por tanto poseen capacidades cerebrales distintas.
Esto permite al cerebro humano actuar por inhibición de respuestas, o lo que es lo mismo, ante situaciones de estímulos externos nuestro sistema nervioso tiende por su desarrollo evolutivo a inhibir las primeras respuestas (que son simples) para construir o “pensar” respuestas más complejas y distintas. El aprender entonces es una capacidad que en los humanos toma aspectos distintivos con respecto a otras especies, puede afirmarse por tanto que cuando más se retarda una respuesta más inteligente será la misma.
Estas ideas nos exigirán redifinir conceptos tan aceptados como “inteligencia” y “aprendizaje”, entre otros. La plasticidad neuronal, a la que hacíamos referencia, no es otra cosa que el permanente movimiento sináptico que hace que el cerebro se mueva. De esta plasticidad depende nuestra capacidad de aprendizaje, y es claramente observable como con el correr del tiempo y llegando ya a la ancianidad nuestra capacidad de aprender se ve limitada dado precisamente a que se va perdiendo lentamente la plasticidad neuronal.
El aprendizaje es una propiedad neuronal propia de cada ser vivo y que sería el resultado de una serie de informaciones que continuamente aportan las distintas regiones del cerebro. Estas regiones a su vez reciben la información de manera constante a través de los estímulos (tanto externos como internos de cada individuo) y actúan como “filtros” lo cual motiva que experiencias que viven simultáneamente distintas personas sean “interiorizadas”, en definitiva “aprendidas” de formas muy distintas.

¿Se puede, por tanto, hablar de “aprendizaje”, e incluso plantear teorías del aprendizaje desconociendo nuestro sistema nervioso?